I Thought the World of You

Kurt Walker (2022)

No hay mucho que decir sobre la última película de uno de los autores más estimulantes del panorama cinematográfico actual. Tras s01e03 (2020), Kurt Walker se lanza a la unión de un drama reisnaisiano con la pureza visual lumínica que emula la portada del disco L’amour del músico outsider canadiense, Lewis. A partir de ahí, se elabora un viaje a través de la búsqueda en internet reflejada en cartelas que recuerdan al cine mudo de los años veinte para aunar la música a la historia de amor más tierna que se verá este año.

I Thought the World of You es un cuento especulativo que consigue hacerse sólido a través de una delicadeza palpable en sus imágenes y transiciones. Walker unifica la historia real del redescubrimiento del músico hace unos años debido a una serie de foros con imágenes de Murnau que se «proyectan» en maletines, primeros planos de un reloj que marca la hora de una cita y los rayos del sol reflejados en el agua y fundidos con el propio astro… Lewis, un músico hasta ahora olvidado, cuyas canciones suenan durante el metraje mientras el espectador está perdido (como en las obras de Beckett o algunas canciones de Scott Walker, en el mejor de los sentidos) entre las derivas situacionales y espaciales del film, aparece como figura entre galante y misteriosa, de espaldas a la cámara. Una mujer avanza hacia él y el resto fluctúa entre memorias y búsquedas, entre planos-bisagra y metáforas visuales… El tratamiento de las formas es similar al mito; la consecución de escenas, un deleite audiovisual comparable a los álbumes cuyas canciones están todas unidas en una continuada y larga melodía con diversas variaciones… Romance de la nueva era tecnológica o reivindicación a partir de la comunidad online, I Thougt the World of You pasa del blanco y negro al color de una forma tan sensual que compite con su forma de proyectar atardeceres e historias que conducen al territorio de las leyendas. Aquí hay mucho amor, tanto por el medio como por la música, pero no por ello se cae en sensiblería ni adulación barata. El empeño de Walker por hacer vivir de nuevo a un artista invisible al tiempo que se descubren nuevas vías de narración acordes con los tiempos y con lo que ha de venir, pero también recurriendo a los clásicos del cine —con esto no solo nos referimos al cine clásico como tal, sino a las películas más influyentes del cine moderno mudo o sonoro— es sinónimo de fascinación y maravilla.

Con esta película, Kurt Walker determina una evolución en su estilo a partir de la misma forma, una nueva propuesta audiovisual que consigue concatenar sugerentes formatos y estructuras para volcarlas en un todo organizado orgánico y coherente. Tan apasionante como escuchar el disco completo de Lewis cuyo primer tema da nombre al film.

Deja un comentario